Discapaciudad

El sábado 29 de noviembre tuve un accidente, nada de cuidado, sólo un ensguince en el tobillo izquierdo. El resultado fue más allá de lo que yo hubiera pensado (y querido): incapacidad por 10 días y el uso de un férula acompañada de muletas.
Generalmente, uno no se pone en el lugar de los demás hasta que nos vemos afectados por la misma situación en particular. No es que no estuviera consciente de esto, pero no le daba la importancia que realmente tiene porque a mi no me había pasado, y me refiero a las dificultades por las que atraviesa una persona con capacidades diferentes (y escribo sólo de las de índole físico).
Aún cuando mi limitación es, aparentemente, muy liviana, resulta dificil que el cuerpo reaccione de manera rápida y fácil a su nueva condición. Sólo es mi pie izquierdo el inmóvil, ni siquiera la pierna completa. Mi rodilla es libre de hacer lo que quiera, únicamente cargo una bota blanca más gruesa de lo normal.
Acostumbrarme al uso de las muletas no fue tan fácil como lo esperaba. Requiere de un esfuerzo al que no estaba acostumbrado, y sólo por el hecho de querer caminar. Hoy ya me acostumbré y ya no me duele debajo de las axilas (¡puf!), los tríceps ya soportan más fácilmente balancear mi cuerpo y las miniabdominales que hago, también de manera involuntaria, ahora me dan risa. Hasta ahí, el esfuerzo es obligatorio y hasta saludable.
Lo que no se vale es que no exista una cultura ¡todavía! sobre la discapacidad en México, y no precisamente es un reclamo al gobierno, ¡sino a los ciudadanos! Tanto Teletón desde hace no se cuantos años y la ciudad carece de vias accesibles para gente con capacidades diferentes. No quiero decir que sea TODA la ciudad, sin embargo existen zonas por donde una persona con silla de ruedas simplemente no podría transitar, o por lo menos le costaría un buen de trabajo. Nosotros mismos deberíamos estar conscientes de que la construcción de escalones o de rampas en medio de la banqueta no le facilitan el paso a las personas con muletas, con silla de ruedas o a los débiles visuales.
Raramente nos ponemos a pensar en que si nos accidentamos, nuestra propia casa puede resultarnos una pesadilla. Nosotros, involuntariamente, hacemos que el esfuerzo de una persona con capacidades diferentes se incremente sin necesidad.
Pensemos, por favor, en el derecho que tenemos todos para transitar de manera fácil y sencilla por las banquetas, y para entrar y desplazarnos dentro de un edificio. Dispongamos de espacios amplios y cómodos para aquellos que necesitan aparatos en su cuerpo.
Yo, afortunadamente, seguiré con mi vida y habré tomado esta experiencia como un aprendizaje; otros, la experiencia la guardan, la analizan y la hacen su modo de vida.