Año nuevo, chismes nuevos

Laboralmente hablando, no ha sido el mejor año. Y no precisamente por mi desempeño; a mi, en particular, no me fue mal. No he logrado el cambio que tanto espero, he intentado, pero sé que tampoco me he concentrado al 100% en conseguirlo. Sin embargo, he afianzado mi lugar como buen elemento del equipo de trabajo al que pertenezco y, créanme, se ha notado. Del equipo original que comenzó en 2008, sólo quedamos 3 de 9. Año nuevo, reglas nuevas. Así comenzó. Pero nunca se habló claro. Todo fue dimes y diretes. Me preguntas, te cuento, te enteras, le cuentas al otro con la información corregida y aumentada, dudamos los afectados de todo lo que se dijo y, finalmente, el chisme comienza. Quien debe dar el ejemplo, resulta ser un mal ejemplo. Y yo dudaba. Yo sí creía en sus buenas intenciones y en el intento de mejorar el equipo de trabajo, pero concientizando, no permutando ni despidiendo. Poco a poco, uno a uno, hasta que las caras son totalmente nuevas. Y la historia continúa: 2009 pinta igual, por lo menos hasta ahora.